Porque creo que el aprovecharse de alguien no es digno. Porque no era mi inocencia, ni mi ignorancia. Era mi intención. Era lo que sentía. Porque creo en quién quiero creer. Porque confio en quien amo. Porque aunque me ponga una biquini de pocas dimensiones o un poncho abrigado, soy la misma persona. Porque el tiempo nos hace cambiar, pero no tanto. Soy yo. Fui yo. Y aunque a veces lo dude, lo niegue, lo deteste, SIEMPRE VOY A SEGUIR SIENDO YO. Una tal Rosario que compra cuentos baratos a escritores de fantasías. Porque creía en los cuentos de hadas. Creía en que no había finales. Sólo por creer. Sólo por placer. No necesitaba pruebas, ni testigos que lo avalen o demusestren lo contrario. Tenía a una sola persona que me de lo que quería y me diga lo que necesitaba escuchar. Ya tengo oidos sordos. Ya tengo las reglas del juego escritas en la frente con marcador indeleble. Ya me las aprendí y las jugué varias veces. Desde la partida, hasta la llegada. Ganando y perdiendo, y sólo una vez rindiéndome. No se como será lo que sigue. No me genera curiosidad. Siempre crei en las promesas, porque yo las cumplo. Pero nunca se me ocurrio prometerme no creer en las promesas de los demás. Nunca se me ocurrió dudar de vos.
Crecí en este frasco chico del amor, lo bueno viene en frasco chico. Lloré y dejando todo de lado, volví a reir todas las veces que lo crei necesario. No se si soy boluda o si me hago. No sé si lo que me sigue es mi sombra o mis miedos. Y no quiero darme vuelta. No puedo espiar mi pasado. Abro el telón y miro por el medio. Creo que la función está por empezar. En vez de sentarme en la butaca comodamente. Prefiero estar detrás de él y protagonizar lo que llamo como mi vida.
Luz, cámara, ación.