TEXTO VIEJO-





Y nuevamente, ese sentimiento de incapacidad para hacer las cosas, eso de no saber como superar situaciones y sentir que las idioteces que se cruzan en mi camino son alfileres que se suman y construyen mis pequeños dolores cotidianos. Cada mínima batalla que se me interpone, tiene de propósito, hacerme creer que se me cae el mundo a pedazos. Cada ratito de histeria propia, sólo interna, muchas veces, esas ganas de romper el espejo cada vez que me veo y saber que no puedo hacer nada, o que si puedo pero no lo hago, me demuestra que no logro caerme bien ni a mi misma. A nadie creo, tampoco. Porque me lastima todo o mucho, porque desde una echada de cancha, y un enojo más conmigo que con otros por partículas de barro en mis zapatillas hacen que me duela, desde el orgullo hasta el no poder controlarme a mi misma. Porque mi desorden diario, tanto mental como de lo que me rodea provoca consecuencias que necesitaría analizar antes, abstenerme a ellas. Imposible. Meditación me hace falta. Y para ello tranquilidad, la cual definitivamente no me rodea. Debería adoptar la filosofía hippie para todo, aquella que decidí adoptar al plantearme estudiar contabilidad, al plantearme volver a BCI. Por hacer lo que quiero, y no pensar las cosas desde un principio, se me complican. Prefiero no mirar adelante, porque me dan ganas de esconderme abajo de la sábana y no salir nunca más. Y tantas cosas hacen que tenga esas ganas. El saber que los infinitos no existen también. Y es que todavía a veces quiero llorar cuando tengo miedo, cuando tengo vergüenza o bronca, pero me muerdo los labios e intento evitarlo. Soy fría. No es una virtud, pero tampoco es un defecto, me fue útil muchas veces. No es fácil que demuestre lo que me pasa en serio. La capa de boludeces que me recubre, es la que muestro siempre con todos. Y es que con todos soy igual. Pero no conmigo misma, No me quiero, me odio, no me gusta ser quién soy. No sé por qué carajo estoy en dónde estoy, no sé por qué no se da cuenta nadie de nada. Todos tienen los ojos cerrados. Nadie sabe nada. Nadie quiere saber nada. Yo sí. Pero no puedo. Necesito un oso de peluche, unas oreo bañadas, estufa, mate cocido de vainilla y miel, tele, control remoto y a la cama:)
Y cada vez que sientas miedo, hey Jude, deténte, 
No cargues el mundo sobre tus hombros, 
Porque bien sabes que es un tonto el que actúa con frialdad 
Volviendo su mundo un poco más frío.
Y voy a seguir escribiendo hasta que se me tuerzan los dedos de las manos de tanto usarlos, y voy a empezar a llorar cada tanto, cuando tenga ganas, como antes. Y no voy a querer cambiar nuevamente, ya no, no porque no este bien, sino porque no puedo, y no poder hacer algo me hace mal. Siempre me hice creer a mi misma que podía hacer todo, y no es así. En lo más mínimo. No puedo escribir como la mejor. No puedo actuar como la mejor. No me va en el colegio como a la mejor. Ya no hay nada en lo que me crea insuperable. Porque no hay nada en lo que lo sea. Siquiera en lo que soy buena de verdad. Jamás voy a ser la más linda, ni la que tenga mejor cuerpo, ni la que escuche más, ni la más madura. No puedo ser ni la más alta ni la más baja. Soy una persona normal. que odia lo normal. Lo básico, lo común. Era diferente. Cuando creía que lo era. Odio ese montón de gente que aunque por afuera sean diferentes pareciera que están todos vestidos de idénticas camisetas rojas. Y odio ser una más del montón. De esas infelices que se quejan por todo, y que pierden la sonrisa ante cualquier piedrita que se cruza. Y odio ser así ahora, porque antes no lo era. Mente en blanco Rosario... Uno, dos, tres. Respiro hondo y sigo viviendo