- Todavía no entiendo por qué sigues a mi lado, no puedo merecerme a alguien tan grande como tú.
- Me devuelves más que todo lo que yo pueda entregarte; me das la vida.
Dibujar su inicial en los apuntes, los libros, incluso en tu mano. Sonreír cuando te hablan como si fuera lo más gracioso del mundo y decir “¿de quién?” irónicamente a la pregunta “Te veo diferente ¿te haz enamorado?”. Obsesionarte con las llamadas perdidas, su voz, sus mensajes interminables, y las despedidas aun más largas. Creer que su olor ha de formar parte de cualquier molécula de oxígeno que inspires, que sus pupilas y su iris van a acabar de trastornarte. Y es entonces cuando llegas a la conclusión de que ya estás perdiendo la noción de la cordura básica.
Me preguntaron que haría sin ti y la respuesta fue: respirar, por inercia.  
Me encanta su sonrisa, su pelo, sus rodillas... Me encanta el lunar con forma de corazón que tiene en la piel. La forma en la que a veces se moja los labios antes de hablar. Y el sonido de su risa. Me encanta mirarlo cuando está dormido. Me encanta escuchar esa canción cada vez que pienso en él y cómo consigue que me sienta. Hace que todo sea posible, no sé... Como si mereciese la pena vivir.